Alguna vez has volado de noche como pasajera/o y has visto relámpagos a lo lejos? Si alguna vez te has preguntado cómo, en mitad de la noche, los pilotos pueden evitar las tormentas sin más referencia visual que los relámpagos que las delatan, este artículo te interesa. Hoy vamos a hablar del radar meteorológico.
En Nivel De Vuelo ya hemos dedicado un artículo a la importancia de la meteorología en la aviación. Esta vez queremos profundizar en uno de los sistemas que nos proporcionan gran parte de esta información en vuelo, se trata del radar meteorológico.
Las oficinas de información meteorológica proporcionan información muy necesaria para el vuelo; áreas de potencial turbulencia, de engelamiento y zonas propensas a la generación de Cumulonimbus. No obstante, la localización exacta de estas nubes de gran evolución vertical necesita de información empírica. Para ello los aviones comerciales, y no necesariamente dedicados a la operación comercial, están equipados con un radar meteorológico.
¿CÓMO FUNCIONA?
El principio de funcionamiento es sencillo: el radar emite ondas en una determinada frecuencia (4.000-12.500MHz), cuando estas encuentran partículas de precipitación (agua o hielo), rebotan y son captadas de vuelta por el radar. La intensidad del retorno indica la severidad de la tormenta y el tiempo que tardan en regresar revela su posición y distancia. A continuación, el sistema interpreta la información de las diferentes señales recibidas y las presenta a los pilotos en el mapa de navegación.
Estas imágenes proporcionan una idea bastante precisa de la localización y la severidad de las turbulencias asociadas a este tipo de nubes. La concentración de retornos de radar se puede interpretar fácilmente con una escala de colores; verde, amarillo, rojo y magenta. Como podemos ver en la siguiente imagen, los ecos van ganando en intensidad alrededor del núcleo tormentoso de forma concéntrica, lo que ayuda a los pilotos a determinar las zonas con mayor turbulencia y peligrosidad.
Debido a que en las áreas de mayor reflectividad la mayoría de las ondas regresan, dejan de progresar y no permiten ver que hay mas allá. Este fenómeno es conocido como atenuación, y debe ser tenido en cuenta a la hora de circumnavegar tormentas. No sabemos si detrás puede haber más núcleos tormentosos.
En este otro ejemplo, vemos como el color es un verde uniforme, sin ningún núcleo tormentoso definido, lo cual nos da una pista del tipo de precipitación que encontraríamos: nubes de tipo estratiforme sin desarrollo vertical que no revisten peligro para la operación.
Además de una vista en 2 dimensiones, el radar también nos da información en el eje vertical. Así como en el eje lateral puede abarcar 160 grados, en el vertical es capaz de abarcar 15° arriba y abajo. Esta información es importante para conocer el desarrollo vertical de una tormenta, además de determinar si la podemos sobrevolar sin riesgo.
CÓMO SE USA?
El correcto uso del radar meteorológico es un tema extenso, hay manuales enteros dedicados a ello. Vamos a intentar destacar los aspectos más importantes de su operación. Los principales parámetros que maneja el sistema son el ‘TILT’ y el ‘GAIN’.
-El ‘TILT’ o inclinación define a qué altitud está un determinado retorno. Por ejemplo: un retorno rojo a unas 40 millas náuticas con un tilt de 1 grado hacia abajo, nos dice que ese retorno se encuentra 4000 pies por debajo (NM x TILT x 100= FT)
—El ‘GAIN’ o ganancia ajusta la sensibilidad del receptor para discernir mejor los ecos en ciertos casos.
-Además, algunos sistemas cuentan con GCS, o ‘Ground Clutter Supress’, que utiliza la información sobre las elevaciones del terreno para discernir y eliminar los ecos producidos por el terreno para no confundirlos con nubes. Sin el GCS deberíamos ajustar el ‘tilt’ para recibir el eco del terreno justo en el límite de nuestro mapa. Así sabríamos que lo que aparezca entre nosotros y ese retorno (el terreno) serían nubes.
EFECTO DOPPLER Los radares meteorológicos modernos están equipados con un sistema capaz de detectar la cizalladura (windshear). Estos son cambios repentinos en el viento, peligrosos para el avión en fases tan críticas como el despegue y aterrizaje. Usando el Efecto Doppler, el sistema PWS (Predictive Windshear System) es capaz de detectar esta condición y alertar a los pilotos, que deberán tomar las acciones necesarias para prevenir, evitar o minimizar los efectos de la cizalladura. Además de esto, el efecto Doppler hace posible que los sistemas más modernos detecten turbulencias asociadas a un núcleo tormentoso. En este caso lo mostrará como uno, o varios, cuadrados magenta, como vemos en la siguiente imagen.
¿Y SI NO FUNCIONA? Los fabricantes determinan una serie de procedimientos a seguir en caso de fallo en el radar meteorológico. Estos pueden variar según el tipo de avión o según la naturaleza de la operación a realizar. En cualquier caso, el sentido común nos puede dar varias pistas de cómo proceder. En primer lugar, volar de día. Si no se ve no se puede evitar. Otra opción puede ser volar hacia el destino si no hay pronosticadas condiciones meteorológicas adversas en ruta y destino. Si nada de esto se cumple, no se vuela. En aviación, la seguridad es lo primero. Por suerte, son pocas las ocasiones en que estos modernos sistemas fallan y, en caso de que lo hagan, se relizarían las operaciones de mantenimiento pertinentes.
Comments