VELOCIDAD Y PELIGRO A PARTES IGUALES
Los aficionados a la Fórmula 1 a menudo nos vanagloriamos que estos bólidos son los más rápidos del mundo. Si bien es verdad que aunque son los más rápidos sobre un circuito, los coches de la IndyCar americana alcanzan velocidades punta superiores en sus circuitos ovalados. Si lleváramos al mundo de la aviación este paralelismo, podríamos decir que las famosas, y por desgracia, extintas Red Bull Air Races (Sobre las cuales escribió Pablo Ayuso en este mismo blog) serían a la Formula 1 lo que las Reno Air Races son a la IndyCar americana. Más allá de aspectos técnicos y diferentes características, a todas estas disciplinas les unen los mismos ingredientes: motor, velocidad, adrenalina y aficionados por todo el mundo.
NACIMIENTO
Las carreras de Reno, oficialmente National Championship Air Races, no son la única competición aérea estadounidense, pero sí la última que queda en pie. En los años 20, Ralph Pulitzer , hijo del famoso editor al que deben su nombre los premios Pulitzer, creó las Pulitzer Trophy Races para aviones militares, con el afán de demostrar y publicitar las innovaciones técnicas por las que la aviación estaba atravesando después de la Gran Guerra. Poco después, éstas se establecieron en Cleveland y pasaron a llamarse National Air Races. Constaban tanto de carreras entre balizas o 'pilones' como verdaderos raids aéreos de larga distancia.
Su espectacularidad y heroísmo llevaron a las carreras a extenderse por todo el país. Pronto se integraron al campeonato los trofeos de Kansas, el de Bendix, las carreras para pilotos civiles o la Women’s Air Derby para mujeres aviadoras. Amelia Earhart participó en 1929 en un raid aéreo desde California a Cleveland y quedó tercera en su categoría.
Las National Air Races sufrieron varias suspensiones; durante la Segunda Guerra Mundial y en 1949, tras un grave accidente de un P-51 contra una casa, matando al piloto (Bill Odom) y a sus ocupantes. Se organizaron varias carreras pero no fue hasta 1964 que se retomaron las series nacionales.
En 1964 y 65, Bill Stead, un veterano de guerra y campeón de hidroplanos (lanchas de carreras), continuó el legado de las carreras y fundó las Reno National Air Races en una pista de tierra de un rancho de Nevada. La edición del 66 se celebraría unas 20 millas al oeste, en la base aérea Stead Air Force Base. Llamada así en honor a su hermano, piloto veterano que murió accidentado en un caza en 1949. Desde entonces, a excepción de 2001 debido al 11-S, se han celebrado ininterrumpidamente en este aeropuerto, ahora público.
LA COMPETICIÓN
Cada septiembre se citan en Reno (Nevada) multitud de aficionados para ver de cerca el espectáculo de las carreras aéreas. Biplanos, cazas de la Segunda Guerra Mundial, aviones modificados, acrobáticos y de exhibición de todo tipo acuden a la cita.
El circuito consta de una serie de postes telefónicos o “pilones” de 12 metros de altura que describen un óvalo. En cada uno de estos postes hay un juez para asegurar que se cumplen las reglas; los aviones deben pasar por el exterior de cada pilón y a una altura no menor a 50 pies, la altura de los propios pilones. Las carreras suelen tener entre 5 y 8 vueltas y se organizan en rondas clasificatorias y duelos directos entre los mejores clasificados. No gana quien completa primero las vueltas, sino quien alcanza la mayor velocidad punta mientras se mantiene dentro del circuito. Esto fuerza a los pilotos a volar en ángulos de alabeo extremos, hasta casi 90º, creando una estampa espectacular.
La competición se organiza en 6 categorías cada una de ellas con un circuito a medida. Desde las 3,1 millas del más pequeño a las 8 del más grande.
- Biplanos deportivos: Como el Pitts Special
(3,1mi – 350km/h)
- Formula 1: Con un motor de 100hp Continental O-200 como la Cessna 150
(3,1mi – 375km/h)
- Texan T-6: El histórico avión entrenador del ejército
(5mi – 350km/h)
- Sport class: Aviones construidos especialmente para las carreras
(6,37mi – 530km/h)
- Jet: Aviones a reacción
(8mi – 750km/h)
- Unlimited: La joya de la corona. Cazas como el P-51 Mustang o el F4U Corsair altamente modificados para llevarlos al límite
(8mi – 750km/h)
LA CARA B
Volar a más de 700 km/h, forzando el motor al límite, a solo 12 metros de altura y manteniendo un radio de giro muy cerrado y con otros 5 contrincantes a escasos metros. Son ingredientes necesarios para un espectáculo inigualable, aunque en numerosas ocasiones ha sido receta para el desastre.
En los primeros años los accidentes estaban a la orden del día, la poca fiabilidad de los aviones convertía las carreras aéreas en toda una proeza. Los tiempos modernos, si bien han reducido la cantidad de accidentes debidos a la fiabilidad técnica, no están exentos de la peligrosidad de estas carreras. No en vano, han ocurrido 19 accidentes desde 1972. En 2011, el piloto Jimmy Leeward, de 74 años, perdió el control de su P-51D Mustang “The Galloping Ghost” a 640km/h y se precipitó sobre una grada llena de público, muriendo en el acto junto con 10 personas del público. La NTSB (National Transportation Safety Board) determinó que uno de los componentes del estabilizador de cola fue sometido a estrés durante la carrera (Leeward alcanzó los 850 km/h) y falló. A causa de la pérdida del ‘trim tab’ del estabilizador de cola, el Mustang se encabritó ejerciendo una fuerza de 17g sobre el piloto. Jimmy Leeward quedó inconsciente y el avión se precipitó sobre el público.
[ADVERTENCIA: LAS IMÁGENES QUE SE MUESTRAN EN EL VÍDEO PUEDEN HERIR SENSIBILIDADES]
Es una de las peores tragedias que se recuerdan en Reno, lo que llevó a la organización a cambiar el trazado del circuito, la disposición de los asientos para el público y las barreras de seguridad.
FESTIVAL AÉREO
A pesar del peligro que implica para pilotos y visitantes esta modalidad de aviación deportiva, las Reno Air Races son un evento festivo. Se organiza todo un festival aéreo paralelo a la competición. Aviones militares realizan pasadas bajas y demostraciones, se exhiben aviones clásicos y se pueden visitar los 'pits' donde los equipos ponen a punto sus máquinas. Reno es, junto con Oshkosh, uno de los festivales aéreos de obligada asistencia para los aerotranstornados.
En los últimos años se ha añadido una modalidad nueva: la competición STOL (Short Take-Off and Landing). Tradicionalmente usados en Alaska y zonas remotas de montaña, los Bush planes son capaces de aterrizar y despegar en muy pocos metros. La competición consiste en despegar en la menor distancia posible, aterrizar al final del circuito y dar la vuelta para aterrizar de nuevo en la línea de salida antes que el contrincante. El siguiente video muestra un duelo entre el famoso Draco de Mike Patey y la Kitfox de Trent Palmer. El Draco sufrió un accidente ya acabada la edición de 2019 cuando despegaba de vuelta a casa. Era el avión de STOL más potente jamás construido, con un motor turbohélice Pratt & Whitney PT6A de 680 CV, como los que montan los Air Tractor o los Twin Otter, pero pesando tan solo 1500 kg. Un engendro de un millón de dólares capaz de lo imposible y que su dueño está dispuesto a reconstruir.
Dado el espectáculo y la larga tradición de las carreras aéreas, éstas son un reclamo para muchos aficionados y se ha convertido en motivo de peregrinaje anual. Además, las entradas no son excesivamente caras. Desde $15 para las jornadas clasificatorias a $45 para el día grande, resultan mucho más baratas que una entrada para la Formula 1 o eventos similares. Así que, si entre el 16 y el 20 de Septiembre te encuentras en Estados Unidos, ya tienes plan.
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